miércoles, 16 de mayo de 2012

Aterrizando en Australia...

Dos años después de “Rodeados de Japitos”, volvemos a las andadas... pero esta vez con destino Australia!!!
 
Por aquellas ni nos hubiéramos podido imaginar que pasado este tiempo estaríamos iniciando una nueva aventura de casi un año en Melbourne…


Los últimos días en Madrid fueron un estrés total: preparativos que no llegaban a su fin, una mudanza del infierno, infinitas despedidas, y para rematar, tratar de empaquetar nuestra vida en 23 kilos por cabeza.

Por eso, se podría decir que las 24 horas encerrados en un avión más que un martirio fueron casi un descanso.
 
Después de hacer escala en Doha llegamos a Melbourne! Cruzar la frontera australiana impone, sobre todo después de ver como se las gastan en los programas de la tele. Por suerte, en el último minuto pudimos tener el visado de trabajo listo para nuestra llegada, ya que no nos libramos de unas cuantas preguntillas, y sino hubiera sido todo mucho más complicado…
 
Al día siguiente cuando nos levantábamos empezamos a ser conscientes de que estábamos en la otra punta del mundo! Por suerte, teníamos dos días libres para conocer la ciudad antes de que David empezara a trabajar, así que sin pensarlo un minuto nos lanzamos a patear!
 
Al principio nos sentimos un poco descolocados. Íbamos buscando el típico centro histórico, con su plaza, sus callejuelas y tal… vamos, el concepto de centro que tenemos en general en Europa. Sin embargo, pronto nos dimos cuenta que aquí eso no existe.

EL CBD, como se conoce al centro de la ciudad, es una cuadrícula de grandes avenidas, cubiertas de rascacielos, y con tranvías recorriéndolas de arriba abajo. Delimitando esta zona está el río Yarra, que va de una punta a otra de la ciudad, y a cuyos márgenes se concentran los edificios más altos de la ciudad.

Elizabeth Street
En cambio, a medida que te diriges hacia las afueras, a los SUBURBS, el panorama es completamente distinto. Barrios de casas bajas, en cada uno de los cuales hay una o dos calles como mucho, donde se concentra toda la vida: bares, tiendas, centros comerciales… pero fuera de las cuáles, todo es residencial, 100%. Ni un comercio, ni un local… nada de nada! Ahora bien, lo que sí se ve por todos lados son árboles, zonas verdes, y parques perfectamente cuidados.

Richmond
La sensación de espacio y de amplitud es brutal, y las calles son rectas infinitas que no se acaban nunca, por lo que ir andando de un barrio a otro se hace eterno. Ya sabíamos que las distancias para viajar en Australia iban a ser exageradas… pero lo que no nos esperábamos es que también fuera así dentro de la ciudad.

En definitiva, un modelo de ciudad completamente diferente al que estamos acostumbrados, pero que te va atrapando, por su diversidad de paisajes, por tener la playita a 10 minutos del centro,  así como por la mezcla de gentes de todos los colores, sobre todo asiáticos de todas las nacionalidades imaginables.

Melbourne desde la bahía de Elwood
Eso sí, también desde el primer día nos enfrentamos a dos duras realidades:
- la primera, que aquí Mayo no es sinónimo de terracitas y solecito, sino que es casi invierno, lo que significa que de un día para otro habíamos perdido 4 horas de luz, y las 5 de la tarde cae la noche.
- y la segunda, que fue casi más dura, los precios son para echarse llorar!! nuestras caras al ver los precios en las primeras tiendas eran un espectáculo…

Tanto a una cosa como a la otra, después de unas semanitas, ya nos hemos ido acostumbrando…

Yarra River