Uno de los lugares que más nos habían recomendado en Victoria es el Wilson Promontory Park. Un parque natural muy grande que ocupa toda una península a unos 200 km al sureste de Melbourne.
Emocionados con la llegada de la primavera, que en Australia por fin arrancó el 1 de Septiembre, reservamos con algunas semanas de antelación esperando que el sol nos acompañara.
Lo de reservar con tiempo es una obligación, porque prácticamente no hay alojamiento en todo el parque natural. Solamente hay un centro de visitantes, llamado Tidal River, en el que hay zona de acampada y algunos, muy pocos, bungalows. Más allá de aquí no se puede acceder con el coche, por lo que es desde este lugar desde el que salen la mayor parte de las rutas.
En esta época no había mucha gente, pero normalmente en cuanto llega el buen tiempo no hay sitio para acampar, y es que Tidal River está enclavado en un sitio increíble, entre la desembocadura del río del mismo nombre que atraviesa el parque natural y la playa Norman Beach.
Tidal River |
Norman Beach |
El resto de opciones de alojamiento están fuera del parque, a unos 30 km de Tidal River las más cercanas, y la mayoría de ellas son pequeñas casas de campo desperdigadas entre granjas y extensiones en las que pastan vacas, ovejas y demás animales. Nosotros pillamos una de ellas en Yanakie, justo a las puertas del parque, un lugar perfecto para relajarse y descansar, ya que al caer el sol no había ni siquiera un bar en decenas de kilómetros a la redonda!
Prom View Farm (vista desde la terraza) |
El parque es enorme y ofrece multitud de posibilidades. Como no se puede conducir en gran parte del mismo, para poder alcanzar los puntos más alejados desde Tidal River, hay bastantes rutas de 8 y 9 horas hasta llegar al otro lado de la península, y que requieren pasar la noche en algunas de las zonas de acampada habilitadas y para las que hay que obtener permiso con antelación. La más típica de estas“overnight hiking” es la ruta a Sealers Cove, una playa calificada como una de las más impresionantes de Australia y que nos hemos apuntado para una próxima visita más profesional!
En todo caso, hay muchas rutas que se pueden hacer en unas horas, sin necesidad de hacer noche, y que hacen de la Wilson Prom uno de los lugares más frecuentados por los amantes del senderismo. Y eso que en los últimos años ha sido víctima de dos desastres importantes: un fuego en 2005 que arrasó una parte importante y del que todavía hoy se ven las consecuencias, y unas inundaciones en 2011 que hacen que hoy haya todavía algunos caminos intransitables.
Hay opciones para todos los gustos: senderos más interiores, con variados tipos de vegetación y que desde cuyos puntos más elevados ofrecen unas vistas espectaculares del mar que rodea la península.
Vereker Outlook |
Otras rutas más cercanas a la costa, o por algunas de las playas que hay que son espectaculares. Sobre todo nos encanto una de ellas que se llama Squeaky Beach, que además de ser espectacular con la arena blanquísima, tiene este nombre que viene a traducirse como “chirriante” porque la arena hace un sonido súper peculiar al pisar sobre ella.
Squeaky Beach |
También se puede disfrutar de un precioso “scenic drive” a lo largo de la costa con algunos miradores y accesos a otras playas. Una de las que se accede fácilmente y nos encantó fue Picnic Bay.
Picnic Bay |
Además hay multitud de fauna salvaje con la que te vas topando a medida que recorres los caminos y que lo van haciendo todavía más animado. Pudimos ver canguros, emúes, pero sobre todo, lo que más llama la atención en la Wilson Prom y no es tan sencillo de ver en otros sitios, son los wombats, otra especie de marsupial bastante salao.
Pensábamos que iba a ser complicado verlos, pero pudimos ver unos cuantos, y de diferentes tipos, desde pelaje más marrón a otro más grisáceo.
Creíamos que no podríamos acercarnos demasiado, pero ibas aproximándote con cuidado, y ellos seguían rumiando a su bola hasta que podíamos casi acariciarlos.
Es curioso que por todos los lados estuviera lleno de madrigueras, y sobre todo de cagarrutas del animalejo en cuestión, pero sin embargo no era tan sencillo cruzarse con ellos, ya que se quedan como paralizados cuando oyen algún ruido, y al no ser muy grandes se camuflan entre los arbustos. En todo caso, al igual que los canguros, también hacían su aparición al atardecer, y también hay que ir con ojo porque les da por cruzar las carreteras..
Esto dio de sí este viaje, pero seguramente que dentro de un par de meses os contaremos que hemos estado por allí de nuevo, aunque esta vez con el bañador y la toalla disfrutando de sus impresionantes playas!