viernes, 7 de diciembre de 2012

Tasmania (I) - Cradle Mountain


Tasmania es el llamado séptimo estado de Australia, y el  único que es una isla propia. Le distancian unos 250 km de Victoria, situándose casi debajo en línea recta desde Melbourne, y separado por el Bass Strait (Estrecho de Bass). Por ello, existe la opción de viajar en ferry. Sin embargo, cogiéndolo con antelación los vuelos salen muy baratos y alquilar un coche allí también es bastante económico, por lo que casi merece más la pena.

Pillamos un día de vacaciones, así que teníamos 3 días largos por delante. Sin embargo, en Tasmania hay infinidad de lugares que visitar, así que, planear la ruta no fue tare fácil, y una vez más desesperamos con las distancias.

Nuestro destino para el primer día era Cradle Mountain - Lake St Clair National Park, un parque natural en el noroeste, a casi 400 kilómetros desde la capital Hobart (en el sur de la isla). 

El vuelo llegó temprano por lo que a las 8 y media de la mañana ya estábamos al volante, no había tiempo que perder! Es impactante como nada más salir del aeropuerto, ya se tiene la sensación de estar en mitad de la naturaleza, como si hubieras aterrizado en mitad del campo. Una carretera estrecha se va abriendo paso entre granjas y pequeñas casas desperdigadas entre las colinas. Todo es verde alrededor, y comenzamos a ver las tan típicas ovejas, dueñas de los pastos de Tasmania. 


Conducir por aquí es un placer, el paisaje es una maravilla y la sensación de relax es difícil de describir. 


Prácticamente no nos cruzamos con nadie, y es normal porque todo Tasmania tiene una población de sólo medio millón de habitantes, de los cuáles dos tercios viven entre Hobart y Launceston, las dos principales ciudades. Parece mentira que a pocos kilómetros de la capital, se pueda respirar un ambiente puramente rural. 


Tras unas cuantas horas, viendo algún pequeño pueblecillo y entretenidos con el paisaje, nos adentramos en las zonas que preceden a Cradle Mountain. Entre curva y curva ya a punto de llegar a nuestro destino, algo me llama la atención en la cuneta: “eso era un Echidna!”. Dejo el coche a un lado y camino hacia atrás unos cuantos metros y efectivamente allí está este animal característico de Australia. Una especie de erizo gigante, con una nariz de lo más peculiar, que pensábamos que nunca tendríamos la suerte de ver! El bicho no está tan contento con nuestro hallazgo, y al percatarse de nuestra presencia se pierde entre la maleza… no nos ha dado tiempo ni a echarle una foto... pero poder verlo ha sido un regalazo!

Pocos kilómetros más adelante, no salimos de nuestro asombro, cuando nos topamos con otro par de ellos. Uno se esconde dentro de la tierra en cuanto percibe nuestra presencia, pero al otro nos da tiempo a pillarlo cerca de la carretera! No sabemos si habrá sido suerte o es que realmente abundan por estos terrenos, pero nos ha dado todo el buen rollo!


Finalmente hacia las 15:00 llegamos al Parque Natural. Tenemos que darle duro para que nos de tiempo a ver lo más posible, ya que sólo tenemos la tarde para recorrerlo.

La primera ruta que hacemos es la más típica, alrededor de Dove Lake, un lago rodeado de montañas que confecciona una de las imágenes más populares de Tasmania. Es muy sencilla y llana, pero nos lo tomamos con calma disfrutando de cada una de las perspectivas de Cradle Mountain, la cumbre que se eleva hasta los 1500 metros y que da nombre al Parque Natural.



La silueta de la montaña, con esos picos asimétricos, y el reflejo sobre el agua, constituyen una vista espectacular. En invierno, la nieve ocupa la cima y el reflejo del blanco en el lago es impresionante. Para nosotros no hay nieve, pero no nos podemos quejar, porque nos ha salido un día soleado genial!


Son unos 6 kilómetros de perímetro, pero entre fotos y paradas, se nos van casi dos horas…  


Al finalizar, cogemos otro sendero en dirección al Crater Lake. En el camino nos vamos encontrando con otros lagos de diferentes tamaños, con el Dove Lake en el horizonte.


Una locura de naturaleza en 360 grados… mires a donde mires una auténtica pasada!


Tras otra hora y pico de caminata, embelesados con el paisaje, decidimos dar la vuelta y poner rumbo al coche. 

Este lugar es infinito y podríamos estar semanas recorriéndolo, pero sólo por poder disfrutar de esta belleza estas pocas horas nos ha valido la pena todo el trayecto en coche...


Por delante nos espera casi otra hora de carretera hasta llegar al alojamiento, con la noche amenazando, y el peligro de los canguros y demás animales saliendo a nuestro paso. Por suerte, llegamos sin sustos, justo al anochecer, y nos sorprende que el lugar se encuentra en un entorno que es una maravilla… lástima que no hayamos podido ver caer el sol… 

Tasmania nos ha conquistado desde el primer minuto… sin duda ha sido un gran sitio para estrenar los 30!

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