Rara sensación la de despertarnos sabiendo que nuestro viaje está a punto de terminar. Nos queda un único día en Nueva Zelanda y tenemos mucho que hacer hasta llegar al aeropuerto de Christchurch y subirnos a bordo del vuelo que nos llevará de regreso a Melbourne.
Nunca se pudo aplicar mejor el dicho de que después de la tempestad viene la calma... así que sin tiempo que perder, nos preparamos para disfrutar en Kaikoura de la ruta alrededor de la península que alberga una reserva paisajística, y que debido a la meteorología, no había sido posible el día anterior. Nada más dar dos pasos nos parece estar en un lugar diferente.
El mar está como un plato, y al fondo las montañas asoman con los picos cubiertos de nieve haciéndose aún más visibles debido al intenso azul del cielo... un panorama apacible como pocos.
La primera sorpresa no se hace esperar... sin haber abandonado la zona residencial, en la misma carretera, una foca sale a nuestro encuentro... nos quedamos pasmados!
Sabíamos que veríamos focas, ya que en Kaikoura reside una gran colonia, pero que se asomaran a pocos metros de los coches ya es mucho decir... pero no fue la única!
Avanzando por el sendero, caminamos anonadados con el paisaje que nos vamos encontrando... un mar impresionante que se fusiona con el horizonte, y en el interior una pradera ondulada que brilla como si acabaran de pintar una a una cada una de sus hierbas.
Y así durante todo el recorrido... entre aves que ocupan las playas... focas que toman el sol sobre las rocas... acantilados impresionantes que albergan a sus pies playas que pareciera que nadie ha pisado nunca... y todo alimentado por una luz espectacular...
No nos podíamoS esperar que semejante maravilla nos estaba esperando... a decir verdad, se puede decir que hemos tenido suerte de no hacer el tour de las ballenas, porque nos habríamos perdido un rincón impresionante!
Se podría decir que si tienes sólo unas horas para pasar en Nueva Zelanda, quizás este paseo por Kaikoura fuera una buena elección, ya que puedes llevarte un resumen de gran parte de lo que es este país... en nuestro caso, una perfecta elección poco antes de decir adiós!
Finalizado el recorrido, hay que ponerse en marcha hacia Christchurch, del que nos separan aún cerca de dos horas y media de carretera... vamos con tiempo, así que podemos disfrutar del paisaje, que nos ofrece las últimas colinas, los viñedos, los bosques y demás elementos del paisaje a los que nos hemos acostumbrado tras estos 16 días de vida nómada... y que sin duda vamos a echar de menos!
Llegamos con algo de tiempo a Christchurch con la intención de dar una vuelta y ver algo de la capital de la Isla Sur. Nos damos una vuelta con el coche, y podemos ver que las severas consecuencias, todavía hoy muy presentes, del dramático terremoto ocurrido en 2011, que se llevó la vida de 185 personas. Prácticamente todo el centro de la ciudad son edificios apuntalados, escombros, esplanadas cubiertas por vallas, o edificios prefabricados que han ocupado el lugar de las derrumbadas construcciones originales... una pena...
No nos queda tiempo para más así que nos dirigimos a devolver la furgoneta... nuestra querida amiga en la que tantas horas hemos pasado... y de ahí al aeropuerto... ahora sí que sí... ésto se ha acabado!
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