Ya os contamos hace meses nuestra primera visita a la Wilson Promontory, donde tuvimos la oportunidad de ver por primera vez ese singular animalito australiano llamado wombat. Ya por aquellas, entre nubes y lluvias nos prometimos volver a este Parque Natural para poder disfrutar de sus playas cuando el tiempo acompañara.
En esta zona no hay nada de alojamiento excepto un pequeño camping donde se encuentra la oficina de turismo. Además hay algunas instalaciones básicas, perdidas en ciertos lugares remotos del Parque y a los que solo se puede acceder caminando.
Pues ese era el plan. Echamos un vistazo a las diferentes alternativas y nos decidimos por pasar la noche en Oberon Bay, una playa a unas 3 horas de ruta desde donde teníamos que dejar aparcado el coche. Este tipo de planes están súper bien preparados en Australia para los senderistas. Hay que reservar, ya que las plazas son limitadas, y cuando pagas por el camping (unos 10 euros por cabeza), te dan el resguardo para que te permite dejar el coche en el parking para “overnight hikers”, es decir para quienes van a pasar la noche por ahí perdidos.
Como íbamos a hacer una noche solamente y nos tocaba cargar con todo, cogimos cuatro cosas básicas y la tienda de campana y nos pusimos a ello. Eso sí, aunque no quieras al final hay que cargar cierto peso, ya que tienes que llevar todo por delante ropa, comida y hasta agua...
El camino es muy entretenido. Al principio hay un tramo que va por el interior, amenizado con algún wallabie apareciendo por sorpresa, hasta desembocar en Norman Beach. En este punto, el camino se eleva para ir bordeando la costa de ahí en adelante.
Las vistas son magnificas, pudiendo disfrutar de la silueta que va dibujando el mar en el terreno.
Avanzamos en la ruta y pudimos ver a lo lejos una calita que nos dejó embelesados, Little Oberon Bay. Un pedazo de arena blanca bañado por aguas azul turquesa que parecía sacado de una postal.
Recorrimos la última etapa, ya con Oberon Bay en el horizonte, la playa donde nos esperaba nuestro "hogar" para esa noche. Al poner un pie en la playa alucinamos con su tamaño, y sobre todo por encontrárnosla completamente desierta... tanto que empezamos a dudar de si realmente el camping estaría tan pegado a la playa como se suponía.
Finalmente tras un buen rato de pasear sobre la arena, llegamos a un desvío que indicaba el camping. En realidad no era más que unas cuantas parcelas y una pequeña cabaña de madera con un par de retretes... eso eran todas las instalaciones, ni duchas ni nada... Tampoco había casi gente, así que perfecto! exactamente lo que veníamos buscando! pasar la noche en mitad de la naturaleza!
Montamos la tienda y nos fuimos directos a disfrutar de la playa... una autentica maravilla de lugar, 2 kilómetros de playazo con aspecto virgen total, dunas de arena blanca a nuestras espaldas, las olas rompiendo fuertemente contra la orilla y el Mount Oberon presidiendo la escena.
No había mucho que hacer, pero tampoco hacia falta... sólo pasear y estar tirados allí contemplando el entorno era un planazo total!
Al caer el Sol, pudimos disfrutar de un atardecer espectacular. El cielo se fusionaba con el mar en una explosión de colores rojizos, rosados y anaranjados que pusieron la rúbrica a un día genial!
La noche inundó el lugar y la oscuridad se apoderó de todo... no había ni una luz en muchísimos kilómetros a la redonda... lástima que las nubes no nos dejaran ver las estrellas, ya que el cielo debía ser alucinante…
A la mañana siguiente tocaba emprender camino de vuelta... mismo paisaje pero diferentes perspectivas encarando hacia el otro sentido...
Tras llegar al coche nos quedaba aún tiempo de disfrutar de algunas de las bahías mas accesibles desde la carretera. Hay paseos que comunican unas con otras acogiendo algunas de las mejores playas de Victoria, y que recuerdan muchísimo al paisaje de Tasmania!
Picnic Bay |
Squeaky Beach |
Whisky Bay |
Después de un fin de semana perfecto de desconexión nos esperaban las 3 horas de coche hasta Melbourne... pero tan contentos porque el plan había salido a pedir de boca... la Wilson Prom es uno de esos sitios para perderse!
Para rematar, de vuelta en la carretera volvimos a ver un echidna! La guinda del pastel :)
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