Amanecemos con algunas esperanzas de que el cielo llegue a
aclarar, aunque de vez en cuando cae un fuerte chaparrón.
El plan es dirigirnos al Daintree National Park, uno de los Parques Naturales más significativos
de Australia. Esta gran extensión de bosque lluvioso prácticamente inalterada, da cobijo un ecosistema ancestral, con singular relevancia para el estudio del origen de las especies.
Hasta hace no demasiados años permanecía como un lugar remoto y prácticamente desconocido. Protegido de manera natural por el el enorme cauce del caudaloso río Daintree, sólo había algunas pistas de tierra a las que se podía llegar únicamente haciendo un enorme rodeo desde el interior. En la actualidad es accesible a través de un ferry a poleas.
Ahora bien, aún hoy, la carretera asfaltada llega solamente desde el río hasta Cape Tribulation, unos
35 kilómetros hacia el norte, siendo más allá apto únicamente para 4x4, adentrándose en la península de Cape York que ocupa el extremo noreste de Australia, una de las mayores extensiones vírgenes que quedan en el mundo.
Daintree Rainforest ofrece como principales atractivos sus
playas, y los paseos por sus bosques tropicales, que permiten hacerte una idea de la
grandiosidad y lo salvaje que permanece la naturaleza en esta área. Así pues, para
observarla de cerca, nada mejor que calzarse las botas de montaña y adentrarse
en alguna de sus rutas.
Eso sí, aquí no se puede andar por donde se quiera, ni siquiera
por caminos marcados, ya que hay tanta agua por todos lados, que lo hace
intransitable. En cambio, hay una serie de senderos preparados con tablas, y en
algunos momentos elevados sobre el terreno, fáciles de recorrer y que han sido
elegidos para mostrar la diversidad de tipos de vegetación que conforman el ¨rainforest¨.
El primero que recorrimos se llama Jindalba Boardwalk. Al llegar
el tiempo parecía darnos un respiro, sin embargo, no habíamos dado diez pasos
cuando comenzó a jarrear de una manera descomunal. Durante casi todo el
trayecto estuvo lloviendo sin parar, pero la verdad tenía su gracia, estar
recorriendo este “bosque lluvioso” bajo semejante tromba de agua.
Prosiguiendo por la estrecha carretera, se observa como esta zona sigue sin estar explotada, apareciendo únicamente algunos resorts perfectamente integrados en el paisaje, y otros pequeños negocios de agricultura orgánica o centrados en el turismo. Más allá de eso, el verde es el protagonista.
Llegamos al siguiente paseo, que se llamaba Marrdja Botanical Walk. En
este caso pudimos olvidarnos del paraguas y disfrutar de un paisaje muy
diferente, con la mayor parte del camino transcurriendo a la vera de un arroyo. Por ello, el terreno es mucho más pantanoso, con el agua empapando
toda la superficie, y sobre ella, los “manglares” entrelazándose los unos con
los otros, y retorciéndose de modo serpenteante.
No habíamos visto jamás un tipo de paisaje igual, con tal amalgama de
ramificaciones y raíces emergiendo del mismo tronco, o brotando de cualquier sitio, y estirándose en una lucha
desesperada por encontrar agua para sobrevivir.
Con buen sabor de boca porque el cielo comenzaba a despejarse,
continuamos hasta Cape Tribulation, límite de la carretera al
alcance de nuestra furgonetilla. Sin pensárnoslo dos veces, sacamos los utensilios
y nos preparamos una comidita bien rica en un entorno envidiable... es lo que tiene llevar la casa a cuestas! :)
Cape Tribulation es una de las playas que más fotos ocupan en las
guías australianas. Ancha, larga, con forma arqueada y flanqueada de exultante vegetación, mantiene intacta su apariencia de playa salvaje.
Lástima
que no pudiéramos apreciarla en todo su
esplendor, ya que con todo lo que había llovido, el mar estaba bastante picado
y sus aguas revueltas habían perdido el color turquesa que las caracteriza. Además las nubes acechaban, e incluso nos cayeron un par de tormentas pasajeras mientras paseábamos.
Regresando por la carretera nos habíamos dejado otro
paseo, Dubuji Rainforest Walk, que lleva a la playa de Myall Beach. Otra gran playa, en esta ocasión rodeada de palmeras, con un aspecto más tropical, pero que como la anterior no lucía demasiado con el día tan gris.
La noche se iba acercando, y tocaba decidir si abandonar Daintree,
o hacer noche y esperar a que al día siguiente el cielo nos permitiera ver un
par de playas que no nos había dado tiempo. Al final, optamos por no
estresarnos y buscamos un camping para dormir dentro del Parque Natural. Como
el día anterior, estábamos prácticamente solos.
Fue otra noche salpicada de tormentas, aunque a ratos pudimos disfrutar
de una luna casi llena impresionante en semejante oscuridad.
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