Estando en este rincón del planeta no podíamos dejar pasar la oportunidad de visitar Nueva Zelanda. Eso sí, aunque pudiera parecer que está a tiro de piedra desde Australia, en realidad no está tan cerca, de hecho, desde Melbourne son algo más de 4 horas de vuelo hasta Christchurch, capital de la Isla Sur.
Es 15 de Abril, así que como estaba previsto, mi contrato en Australia llega a su fin. Día de emociones intensas en la oficina despidiéndome de los que han sido mis compañeros y mi trabajo durante casi un año. Fin de una etapa.
Pillamos el avión esa misma noche, para pasar algo más de dos semanas recorriendo la Isla Sur. Por elegir un vuelo baratito, con Jetstar, volamos a horas intempestivas. Después de dormir todo el trayecto aterrizamos a las 5 de la mañana. Por suerte el aeropuerto nos recibe con unos sillones muy cómodos e internet gratuito, que hace más llevaderas las horas hasta que a las 9 de la mañana podamos recoger la furgo-casa.
Esta vez furgo para tres, ya que se nos une Nacho, que ha hecho parada por las antípodas como parte de su viajazo por el sureste asiático. Las expectativas de la furgoneta era muy bajas, esperábamos que fuera muy cutre, ya que la habíamos pillado con Lucky Rentals, que se anuncia como la opción más barata de NZ y realmente nos salió a muy buen precio en comparación con otras. Además íbamos con miedo de si sería suficientemente "espaciosa" para el Gran Hermano que nos esperaba a los tres. Al recibirla todo bien. Cutre por supuesto, pero apañada, así que todo en orden.
Hacemos la compra de rigor, más o menos a los mismos precios que en Australia, aunque ello quiere decir un 20% más barato ya que el dólar neozelandés es menos fuerte. Y con la nevera bien cargada, nos ponemos en marcha!
No hemos hecho demasiado los deberes, por lo que tenemos el viaje no muy preparado. Siguiendo algunas recomendaciones de aquí y de allá, no dirigimos hacia el interior, con destino Lago Tekapo. Estamos bastante reventados del vuelo y nos toca chuparnos 300 kilómetros por delante, así que hoy se nos va a ir el día en la carretera. Para sacarle más partido, tomamos una ruta algo más larga, la llamada Scenic Inland Road 72, desde la que se puede empezar a degustar el paisaje de NZ.
En el camino no podemos evitar compararlo con Australia constantemente, a ratos se nos olvida que estamos en otro país. Por otro lado, compartimos cómo estamos recorriendo un país del que apenas conocemos prácticamente nada!
Entre charla y charla, la primera sorpresa. Cientos de ciervos pastan en alguna praderas pegadas a la carretera. Imposible acercarse, en cuanto detenemos la furgo, salen en estampida!
El primer paisaje que nos llama la atención es Rakaia River, un río con un agua tan exageradamente azul que parece artificial.
Sobre el mismo, cruza el puente más antiguo de Nueva Zelanda, dando al entorno un toque aún más pintoresco.
A partir de aquí, comenzamos a saborear un paisaje mucho más bonito. A ambos lados de la calzada, el terreno va intercalando colinas, valles, montañas y llanuras que se pierden en el infinito. Nos sorprende que el amarillo es el color dominante, con los campos bastante secos, al inicio del Otoño. Una preciosidad, que unida además a la emoción con la que se ven las cosas en el primer día de un viaje así, nos hace ir exclamando a cada curva: ¡vaya pasada! Es sólo la toma de contacto y ya empezamos a estar deslumbrados.
Llegamos al Lago Tekapo casi al atardecer. Las nubes han cedido paso al Sol y la vista es espectacular.
Nos detenemos en diferentes puntos para admirar la belleza de este lugar...
...y más con la puesta de Sol!
Acampamos a la orilla de otro lago en las proximidades, el Lago McGregor. La noche se nos echa encima, y estamos más solos que la una. El sitio pinta de maravilla para disfrutarlo al despertar. Lo de estar fuera mirando las estrellas hubiera sido el plan, pero hace un frío que pela, así que toca montárselo dentro de la furgo. Cena rica, cervecita... todo perfecto, hasta que se nos ocurre salir al baño y en un segundo se nos cuelan todos los mosquitos de Nueva Zelanda en la furgoneta. Había cientos de ellos ocupando todo el techo. Momento de crisis... pero al final liamos una buena escabechina y volvemos a hacerlo habitable. Eso sí, prohibido salir ni para mear!
Sólo queda un paso antes de dormir: montar la cama. La nuestra ya la tenemos controlado de anteriores viajes, pero lo de tener a Nacho durmiendo encima de nosotros sobre unas tablas acojona un poco... esperemos que no se nos caiga encima!
Yehaaaaa! Ahí estamos canguritos. Qué recuerdos de NZ y esas primeras impresiones... Y qué decir de la escabechina de mosquitos. Brutal... Un besazo enorme desde Hue (Vietnam)!
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