jueves, 25 de abril de 2013

Nueva Zelanda (10) - Fox Glacier

Solamente hay una empresa que ofrece paseos guiados por este glaciar: Fox Glacier Guiding. En realidad, es la misma que lo lleva haciendo desde 1928, año en el que una de las primeras personas en instalarse en este lugar remoto, levantó un hotel en el que ofrecía a los clientes la posibilidad de ver esta maravilla natural. Aún hoy, sin grandes aglomeraciones ni otras posibilidades, sigue siendo el único modo de ir más allá de la lengua del glaciar y poder sentir el hielo en su pura esencia.

Hay varias modalidades: paseos de medio día, combinaciones con helicóptero, e incluso escalada para los más atrevidos, y también claro está, para quiénes tengan más presupuesto :)

Nuestra elección es el Full Day Tour, comenzando a las 9:30 de la mañana y hasta las 16:30. Es decir, 7 horas de actividad de las que alrededor de 4 se pasan con los crampones pisando el glaciar.

Todo está muy bien organizado. Tras recoger el equipamiento, nos llevan hasta la base del glaciar, donde emprendemos la ruta de la mano de nuestra coordinadora, una chica neozelandesa super maja, Anna, que está encantada con su trabajo. 


Desde los primeros pasos, el sol nos sonríe, mientras transitamos por el primer tramo hasta la lengua del glaciar. En lugar de recorrer el sendero habitual, ascendemos por la ladera de la montaña, que ofrece unas preciosas vistas desde lo alto, rodeados de un rainforest.


Casi hora y media después, que se hace muy amena por todas las curiosidades que nos van explicando. Por ejemplo, que algo que hace especiales a los glaciares de Nueva Zelanda, es que se encuentran a muy pocos kilómetros del mar, a unos 13km en el caso de Fox Glacier, y que su lengua arranca a tan sólo 250m altitud. Eso sí tras él, emergen las cordillera de Mt. Aoraki, con sus 3000m. De hecho, antiguamente el glaciar llegaba hasta el mar… y con el paso del tiempo se ha ido retrayendo. Y ésto es incluso visible con imágenes de los últimos años, en los que se aprecia como el inicio del glaciar se ha ido desplazando.


Nos llega la hora de calzarnos los crampones. A partir de aquí nos enfrentamos a una superficie desconocida, nada parecida a la nieve, pero a los pocos pasos, con la ayuda de un bastón comenzamos a dominar el terreno.


Vamos siendo conscientes de que estamos sobre un elemento vivo. Un glaciar no es otra cosa que un río de hielo, por lo que su estructura y sus formaciones van variando constantemente, mientras el agua va fluyendo bajo nuestros pies creando cuevas y agujeros que hacen que sea visible desde la superficie. Como nos comenta la guía, ésta es la magia de este entorno, que cada día resulta diferente, con nuevas cavidades y nuevos elementos que van modelando el paisaje haciéndolo completamente dinámico.


Llama la atención que el hielo del glaciar tiene un color más azulado y es más denso del que estamos acostumbrados. El motivo es que está formado a base de acumulación de nieve en las capas superiores, que hacen que se vaya fundiendo y aplastando las de las capas inferiores. Ello se observa sobre todo al asomarnos a alguno de los abruptos agujeros que se pierden en las profundidades acompañados del sonido del agua subterránea.


El día tan bueno del que estábamos disfrutando comienza a torcerse de un momento a otro. Y es que los cambios de tiempo en este entorno son casi instantáneos. En un momento, las nubes nos cubren por completo y el agua nos comienza a calar. Tememos que vaya a pasarnos lo mismo que el día anterior. Por suerte  dura sólo un ratito y no nos enturbia la visita, eso sí, nos hace sentir la hostilidad del entorno en cuanto bajan las temperaturas… la sensación placentera que teníamos caminando bajo el sol desaparece por completo y el frío se te mete hasta los huesos.


A medida que avanzamos, nos aproximamos a zonas más escarpadas, donde el hielo ha ido construyendo paredes más verticales, ventanas, arcos, molinos de agua… un sin fin de esculturas naturales que unidas a la grandiosidad de las montañas que nos rodean, nos dejan sin palabras.


Unos tras otros, vamos caminando con la guía abriéndonos paso en ocasiones con el pico para que podamos continuar. Aunque todos en grupo, y sin gran riesgo, al mirar la hilera de “trampers” , nos parece como estar en una expedición de Al filo de lo imposible!


En el camino de vuelta bajamos por otro lado pudiendo observar otras cuevas, en alguna de las cuáles tienen unas dimensiones tales que podemos hasta meternos dentro!


El día se ha pasado volando, y lo hemos disfrutado a tope! Sin duda este tour va a ser un de los highlights of the trip!


Pero el día aún no se ha acabado, con el subidón de energía que llevamos, decidimos que mejor aprovechar y darle un poco a la furgoneta para poder hacer noche en algún punto más al norte de la West Coast.

Eso hacemos, entre lluvia y una oscuridad casi total, tras casi dos horas llegamos a Hokitika. A pesar de la paliza ha merecido la pena, aún nos da tiempo a hacer la compra, y a tomarnos una cervecita en un pub, que nos la habíamos ganado! 

Echamos un vistazo y hay un camping DOC en los alredores… eso sí, al intentar encontrarlo nos damos cuenta de que está perdido absolutamente en mitad de la nada… no sabemos cómo, pero al final conseguimos llegar… se nota que ya hemos pasado unas cuántas de éstas… 

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