Amanece lloviendo a cántaros, y no tiene pinta de
que la cosa vaya a mejorar. Seguimos nuestra ruta dirección norte abandonando
el Estado de West Coast para adentrarnos en Nelson/Tasman.
En el camino, a golpe de parabrisas podemos divisar
un paisaje absolutamente verde a nuestro alrededor, como ya venimos observando
desde que entramos en este Estado. Conducimos en paralelo al río Buller, uno de
los más grandes de Nueva Zelanda. Sin embargo, no merece la pena detenerse, así
que continuamos con la esperanza de ir dejando las nubes atrás.
Y así es, tras un par de horas de furgoneta, el
cielo empieza a abrir, a medida que el paisaje va cambiando completamente. Los inmensos
bosques de coníferas y árboles perennes que nos habían acompañado los últimos días
van desapareciendo y transformándose en sucesiones de colinas, valles y
llanuras que impregnan todo de verde fosforito, como si alguien hubiera coloreado
el terreno.
El paisaje es completamente rural. Sólo nos
encontramos pequeñas aldeas, granjas o establos con ganado pastando en una
tranquilidad absoluta. De nuevo, los árboles con tintes otoñales hacen su aparición
para aportar todavía más belleza a la vista que tenemos ante nosotros.
Llegamos a Motueka, localidad de acceso a la región
de Abel Tasman. Tras informarnos de lo que teníamos que recorrer por la zona,
nos dirigimos hacia la Golden Bay, que ocupa la esquina noroeste de la Isla
Sur.
A través de una carretera llena de curvas
ascendemos por la Takaka Hill, disfrutando de las vistas que se suceden en lo
alto de la colina, con el Mar de Tasman en el horizonte y una sucesión de
extensiones de pequeños campos de cosecha, frutales y bosques.
Al descender la colina, observamos un paisaje de
ensueño, el típico que se viene a la cabeza de Nueva Zelanda, gracias al Señor
de los Anillos! y eso que ninguno somos muy fans!
Esta zona bien podría habernos ocupado unos
cuantos días, ya que es uno de los lugares favoritos de recreo de los neozelandeses
por su clima templado y sus playas, y por ello hay numerosas atracciones y
puntos de interés. Elegimos algunos paseos, pero en realidad lo que más merece
la pena es dejarse llevar por la carretera deleitándose con la majestuosidad
del paisaje.
Tras llegar a Takaka, continuamos dirección Totaranui.
Nos han recomendado hacer el paseo hasta la cascada de Wainui. Llegamos un poco
acelerados porque llevamos muchos kilómetros y la tarde se nos está echando
encima. A paso ligero, recorremos los 40 minutos de paseo hasta encontrarnos con
el gran chorro de la cascada, que cae con tanta fuerza que nos hace casi
imposible asomarnos a fotografiarlo sin que nuestras cámaras acaben empapadas.
El tiempo no da para mucho más, y nos toca
recorrer el mismo camino vuelta para volver a hacer noche en Marahau y estar a
las puertas de Abel Tasman al día siguiente. Llevamos todo el día en la
furgoneta y prevemos que la vuelta se va a hacer dura porque la carretera está
plagada de curvas y cuando oscurezca se va a hacer aún más complicada.
Aún así, ya con la noche prácticamente sobre
nosotros, no nos podemos resistir a detenernos por última vez para fotografiar
una puesta de sol indescriptible! Vaya regalazo para despedirnos!
Nuestros miedos eran fundados, el camino de vuelta
se hace eterno, ya con la noche bien entrada, llegamos al camping en Marahau
casi fuera de hora… un ratito de tranquilidad y a la cama a recargar fuerzas,
que mañana nos espera una larga caminata!
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