¡Qué mejor plan para el último día
en Queensland que ir a pasarlo a una de las islas situadas en la Gran Barrera
de Coral.
El arrecife ocupa una extensión de
2600 km, y sobre ella se encuentran cientos de islas. De todas las que pueden
visitarse en un día desde la zona de Cairns, nosotros nos decantamos por Green
Island, la más cercana, a unos 45 minutos, y por ello la que sale mejor de
precio.
El par de días que pasamos en el
barco habían estado muy centrados en el buceo, así que nos apetecía
experimentar la Barrera de Coral desde otra perspectiva, a pie de playa y
haciendo snorkel.
Devolvimos la furgo y nos dirigimos
al puerto de Cairns a pillar el ferry. Al llegar, la primera impresión nos
decepcionó un poco.
Rollo turístico total, con un resort, piscina y algunas
otras atracciones enfocadas a las numerosas familias, sobre todo asiáticas, que
preferían darse una vuelta por un pseudo-museo y un chapuzón en la piscina, en
lugar de disfrutar del fondo marino.
Pero a nosotros nos vino genial, ya que a
medida que nos alejabamos un poquillo de la marabunta, teníamos rincones
impresionantes casi para nosotros solos.
Después de recorrerla comprobamos
que, aunque en el interior habían hecho un poco un destrozo, la costa sí que
ofrecía lo que nos habíamos imaginado: arena blanca y aguas tranquilas rodeadas de palmeras. Un lugar
paradisíaco!
De todo el entorno, la diversidad
de tonos azulados del agua era lo más especial. Desde la superficie, los
círculos de color más verdosos identificaban donde se encontraban los arrecifes
de el coral.
Equipados con tubo, gafas y aletas,
nos metimos a ver qué había bajo el agua. En algunas zonas no había demasiada
vida, sin embargo, curiosamente más cerca del muelle era donde más coral se
podía ver y también la mayor cantidad de peces. Nos gustó mucho, y la
percepción era muy diferente a la del submarinismo, ya que con los rayos de Sol
impactando sobre el mar, los destellos de luz iluminaban los corales y el color
se hacía mucho más intenso.
Eso sí, tristemente, se podía ver a simple vista
que muchas de las colonias de arrecife estaban deterioradas, o con alguna de
sus extremidades partidas o golpeadas... en parte seguro, por sufrir los
aletazos de los buceadores...
Vuelta a Cairns, donde nos quedaban
un par de horillas para dar una vuelta hasta marchar al aeropuerto. Casi todo
el tiempo lo pasamos alrededor del Lagoon, una piscina de uso público ubicada
en el paseo marítimo, que hace las delicias de locales y turistas... y lo mejor, es gratis!!! Además, tiene
unas instalaciones con duchas, también por la cara, que vienen la mar de bien
cuando estas en rollo nómada!
Cairns es un lugar curioso: tiene
un rollo playero, cuando en realidad no tiene playa; y vive de la Barrera de
Coral, cuando en realidad está a casi dos horas de la misma. Sin embargo lo
tiene todo a tiro de piedra, y ofrece los servicios que escasean en las
poblaciones de los alrededores.
A nosotros cuando anduvimos por
allí nos pareció muy agradable, de ambiente jovial y distendido, y con la
impronta característica de los lugares tropicales - easy going!
Hasta aquí dio de sí nuestra visita
al norte de Queensland, unos días geniales descubriendo otra de las maravillas de las que ofrece Australia!!
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