viernes, 16 de noviembre de 2012

Adiós Red Centre!

Hoy es nuestro último día por en Centro Australia. Nos despertamos rodeados de las montañas de los West MacDonell. Esta noche no hemos dormido tan bien porque nos ha caído una buena tormenta y las gotas resonaban en la furgoneta sin cesar.

A mediodía tenemos que devolver la furgo e ir hacia el aeropuerto para coger el vuelo que nos llevará hasta Darwin, pero antes de eso, todavía nos queda un rato que hay que aprovechar disfrutando de la Ormiston Pound, la poza a los pies del sitio donde hemos dormido.

Como es temprano, tenemos el privilegio de pasearnos por allí sin que haya nadie merodeando por los alrededores, y una vez más, el lugar es una pasada, naturaleza en su máxima expresión.


A la gran charca le suceden otras cuantas río abajo, aunque en la época que estamos no tienen demasiada agua.


Con este entorno no hay quien se resista a darse un chapuzón!


De todas las pozas que hemos visto en la zona nos es difícil quedarnos con una, pero desde luego, el hecho de que sea temporada baja y haberlas podido disfrutar casi para nosotros solos le ha dado un toque muy especial.


Ya de vuelta hacia Alice Springs paramos en un lugar llamado Ochre Pits, con mucho valor para la cultura aborigen, porque utilizaban este mineral para sus pinturas y sus rituales. Por ello, por lo resistente que es, han sido capaces de perdurar miles de años en rocas al aire libre.

La forma y sobre todo el colorido de las rocas son muy bonitos, pero está cayendo una solanera que no aguantamos ni diez minutos!


Ahora sí, está todo hecho por el Red Centre, y nos vamos con buen sabor de boca porque nos ha dado tiempo a ver todo lo que queríamos y nos ha encantado. Sólo se nos queda la cosilla de habernos perdido algunos lugares por no tener el 4x4... siempre es bueno dejarse algo para tener buena excusa para repetir!


Antes de entregar la furgo, nos queda una hora para dar una vuelta por Alice Springs. A parte de algún museo y un Parque Natural sobre los diferentes habitats del  desierto, la ciudad no tiene demasiado. Hace años era el símbolo de la ciudad remota a las puertas del Outback, en mitad de una de las zonas más deshabitadas de Australia. Hoy por el contrario, se ha convertido en una ciudad de unos 25000 habitantes, que se alimenta del turismo; aunque no de quiénes vienen a visitar la ciudad, sino de ser la puerta de entrada a todas las rutas del Red Centre.

Claramente, lo que llama la atención es la cantidad de aborígenes que se pueden ver por sus calles. Desde fuera, y habiendo estado por allí totalmente de paso, la impresión es que en la ciudad se encuentran totalmente desubicados en mitad de un mundo que no es el suyo, y que no encaja con su cultura y sus tradiciones. La sensación es que están deambulando de un lado para otro haciendo poco, nada y bastante tirados.

Dicen que no te puedes quedar con la impresión de las ciudades, ya que en las pequeñas comunidades y pueblos la visión es completamente diferente y están más adaptados. Pero desde luego en Alice Springs, la mayoría parece estar perdido en un país que es el suyo, pero del que muchos de ellos no hablan el idioma, y cuya forma de vida estándar no tiene nada que ver con la que inculcan sus creencias ancestrales.

Un tema complejo sin duda. Lo que está claro es que a simple vista no se percibe integración alguna.

Nuestros últimos minutos en Alice Springs, los pasamos intentando tocar el Didgeridoo, el instrumento musical de los aborígenes. Al pasar por una tienda vemos que hay una pequeña demostración gratuita en la que te enseñaban a hacer sonidos básicos, así que nos animamos sin pensarlo! La cosa no es sencilla… pusimos todas nuestras ganas pero no conseguimos que sonara medio decente. Sin embargo, oirlo bien tocado es muy chulo y curiosamente evoca sonidos electrónicos.

En el avión me tocó al lado de una mujer muy mayor y la conversación fue de lo más interesante. Era inglesa y había llegado a Australia hace 38 años, cuando Alice Springs tenía sólo 2200 habitantes y estaban prácticamente aislados, sin carreteras que permitieran acceder a ninguno de los lugares que nosotros ahora habíamos visitado. Además me contó que había tardado 8 semanas en barco en llegar desde Inglaterra…. Eso sí era una aventura!

Ya en Darwin nos alojamos por una noche en el YHA (albergue juvenil). Nos lo tomamos con calma y nos dedicamos a preparar la ruta, que en esta zona también hay mucho que ver y no nos queremos dejar nada… hay que estar listos para la segunda parte del viaje!!

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