miércoles, 14 de noviembre de 2012

Kings Canyon

Una mañana más nos levantamos cuando todavía es de noche para poder llegar a ver amanecer en el Kings Canyon y también para empezar tempranito la ruta alrededor del cañón. El día va a ser súper caluroso, el pronóstico llega hasta los 41º, así que no hay tiempo que perder.


Antes del plato fuerte del día, que es el recorrido por la cresta del cañon, hacemos una rutilla más corta por la garganta, donde empezamos a entrar en contacto con un  paisaje marcado por rojizas rocas entrecortadas, y por la abundante vegetación que se concentra en el cauce del arroyo que transcurre por el mismo, pero que en esta época no lleva agua.

Ahora sí, es  hora de iniciar el “Kings Canyon Rim Walk”, un recorrido de 6 km en el que se echan 3 horas y media, y que es la razón principal del por qué este sitio se ha abierto al turismo y porque nosotros nos hemos hecho cientos de km para pasar aquí un solo día, casi unas cuantas horas… no obstante es llamado el "Gran Cañón de Australia"

El primer tramo es una fuerte subida, a modo de escalera natural, que con el aliento casi perdido, te lleva a lo alto del cañón en pocos minutos. Desde este punto ya se puede tener la vista completa de todo el valle.


Este primer tramo transcurre sin grandes alicientes, hasta que se llega a una explanada en la que el paisaje se torna más rocoso y casi completamente rojo. A partir de aquí multitud de montículos de piedra van tomando protagonismo.


Inmerso en este entorno se encuentra el cañón, con desfiladeros casi verticales, y unos miradores con vistas espectaculares.


Sin embargo, más allá del corte abrupto que forma el cañón y la vista de todo el valle en el horizonte, lo que maravilla del paisaje es que está rodeado de estas pequeñas montañas rojas por todos lados, de modo que mires hacia donde mires, la imagen es cautivadora.


En este punto, tras haber coronado la cima del cañón, el camino desciende hasta el arroyo, dejando ver de cerca un oasis de vegetación en el que se pueden encontrar incluso palmeras.


Nosotros íbamos buscando un lugar llamado “El Jardín del Edén” en el que habíamos leído que te podías incluso bañar. Cuando llegamos el arroyo pensábamos que ya nos encontrábamos allí y que de chapuzón nada de nada que era un invento de los de la guía.

Sin embargo, cuando ya encarábamos de nuevo la subida, vimos el desvío, y al llegar, se nos presentó ante los ojos un lugar idílico. Rodeado por el cañón, y con plantas a su alrededor, no había quien se resistiera a pegarse un baño, y más con el calor que ya empezaba a apretar. Daba un poco de rollo porque el fondo estaba oscuro a más no poder, pero ponía que era apto para el baño, así que no había que pensárselo mucho! Un lugar increíble y un bañito inolvidable!


Desde allí subimos de nuevo al filo del cañón, dónde se puede ver la garganta desde el otro lado.

En esta zona, la vista del cañón es incluso más impresionante, ya que los cortes en las rocas se aprecian mucho más radicales como un gran precipicio.


Ya con un calor de morir alcanzamos la parte final, a través de un camino muy entretenido, ya que está señalizado de manera que no te pierdas, pero permitiéndote elegir la piedra en la que darás el próximo paso.


Justo antes de llegar, un lagarto enorme y precioso salió a nuestro encuentro. Es increíble que en un entorno tan hostil haya animales que encuentren su hábitat..


Encantados, pero muertos, nos fuimos a darnos una ducha volando y a coger carretera de nuevo. Abandonamos el Watarrka National Park sin un destino 100% claro, queríamos acercarnos lo más posible a Alice Springs. Hasta allí teníamos …… km por delante, lo que es un dolor tantos, sobre todo porque hay una ruta en todoterreno, la Merendie Loop, que es un atajo hacia la zona de West MacDonnell, que era nuestro próximo destino. Sin embargo, con furgonetas alquiladas te tienes que ceñir a carreteras asfaltadas, y eso significa un montón de kilómetros más.

El viaje se hizo eterno sobre todo el primer tramos, e incluso tuvimos una parte de sufrir porque aunque habíamos repostado no llenamos el depósito, y con el aire acondicionado a todo gas, la furgo chupaba que daba gusto… en estos parajes las gasolineras están separadas por cientos de kilómetros.


Finalmente conseguimos llegar a Alice Springs antes de caer el sol, y después de perdernos, de llegar a un camping que estaba cerrado,  de pensarnos dormir tirados por ahí en un polígono, y un poco de estrés en general hasta las narices de conducir… al final encontramos un camping y pudimos por fin bajarnos del coche después de mil horas al volante.

Esto sirve para entender un poquito, la inmensidad y lo remoto del Outback, y lo que cuesta llegar de un sitio a otro… y eso que ahora las carreteras están perfectas… cómo debería ser antes…

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